Vivido en primera persona, cuenta como la asamblea popular, a partir de cierto tamaño, se comporta como un organismo desenfocado, estructuralmente disperso y necesita una estructura interna que, de forma sutil, mantenga el foco.
En la reflexión identifica varios ejemplos de desbordes, auténticos retos para esa estructura de liderazgo informal encargada de mantener el foco:
Los "tronados entrañables", personajes peculiares, genios varios, todo tipo de gente con necesidad de hablar para quienes la asamblea se convierte en púlpito abierto.
Los vicios ideológicos de cada uno de los guetos de los viejos militantes. Personas supuestamente más centradas en el sentido político de la asamblea acaban dando voz a viejas rencillas desconectadas del momento.
La gran ingenuidad histórica de muchas posiciones sobre las que se abalanzan los nuevos militantes con gran facilidad.
Todo ello, unido a una cierta confusión de la que no se libra ni el más clarividente y que acompaña todo este ciclo electoral, puede convertir la asamblea, además de larga, dispersa y pesada, en una trampa sin salida.
Ya de mi corta experiencia asamblearia voy a añadir "el efecto grima", en honor a otra reflexión de luis Esteban Rubio y a la analogía entre el proceso de confluencia de Ahora en Común y la Comunidad del Anillo del mundo ficticio de Tolkien:
"Todo va bien y de repente, todo va mal. Esa es la señal.
La experiencia, de la que esperas un buen consejo, crea espejismos de encrucijadas en el camino de la Comunidad para poder ofrecer, a la duda ficticia que genera, un "mejor" consejo.
Se corre cuando no hay prisa; se aconseja calma ante una brecha de oportunidad que no espera.
Expertos en bloquear el camino y borrar el rastro".