lunes, 28 de abril de 2014

El valor de la inmortalidad y viceversa



En el palacio de Cortés, los frescos de Rivera inmortalizan a los tlahuicas como moradores del valle sometido, sin defensa posible, a "la voluntad conquistadora de los españoles" cuatrocientos años antes del "¡sangriento combate en Mora del Ebro!", y cuya sangre, aún así, volvió roja el agua de sus ríos.

"Galopar......para llegar al corazón de la sencillez y la paz del mundo.....la oportunidad que depara al hombre la vida misma...
....o, harto de la libertad, tolerar la silla y la brida con esmero, como del caballo dice Goethe, para ser montado hasta la muerte".

La multiplicidad de los tiempos* irrumpe en el pensamiento que Malcolm Lowry atribuye a su personaje en el párrafo anterior; desde el valle de Cuernavaca, un pueblo conquistado, hasta el valle del Ebro, un gobierno legitimo traicionado.

La inmortalidad del valor, que plasman los tlahuicas, lobos y jaguares, en los frescos de Rivera, bien puede hacer referencia  al frente popular y a los voluntarios de las brigadas internacionales en el final de esa otra guerra, cuyo principio inmortaliza el Guernica de Picasso.

Los frescos de los tlahuicas y el Guernica de Picasso interrogan al hombre en busca de una respuesta afirmativa:
¿es la vida la oportunidad para llegar al corazón de la sencillez y la paz del mundo?

* María Zambrano (Delirio y destino)